jueves, 14 de abril de 2011

los libros_tradición o vanguardia?



El libro impreso desde su invención ha ido mejorando y perdurando en el tiempo, el placer del lector es poder tocar, oler las páginas, es una sensación muy personal y, cuando se trata de libros antiguos, la belleza de su encuadernación, el papel o las ilustraciones, no se puede comparar con un libro electrónico.

No olvidemos tampoco el factor perdurabilidad, uno compra un libro impreso no sólo por sus cualidades obvias, sino también por el hecho de conservarlo, formando una biblioteca personal, que se pueda compartir y que te permita releer el libro tantas veces quieras. ¿O no es placentero recordar una buena historia que leíste hace años y recuperarla tiempo después?

Por otra parte, los libros electrónicos ofrecen nuevas posibilidades para acceder al contenido, el lector tiene la posibilidad de escoger entre un formato u otro dependiendo de la necesidad del momento, además de la capacidad de almacenaje.

En el caso de la enseñanza, hay universidades virtuales que dan los materiales didácticos en soporte digital. Sin embargo, la opción de los estudiantes es múltiple, ya que, los hay que prefieren imprimir el material para subrayar fragmentos, marcar páginas, añadir anotaciones; y los hay que prefieren el formato digital.

Hay que tener presente un hecho: Internet ya no es el futuro, es el presente, es una realidad cotidiana. Afecta a todos los sectores por igual, en el caso de los libros, por ejemplo, Internet permite publicar sin intermediarios, a través de la impresión digital, en lugares como Lulu.com y Bubok.com.

También hay quien opina que el éxito de uno u otro formato es un asunto generacional. Aquéllos que han convivido con el libro tradicional toda su vida se resisten al cambio; entre los más jóvenes, el formato cómodo se impone, sólo es cuestión de abaratarlo para convertirlo en un bien asequible.

Pero, ¿por qué renunciar a uno u otro formato? Convivamos con ambos, disfrutemos de las ventajas de uno y otro, no prescindamos del placer de un buen libro, su olor, su color; ni tampoco de las infinitas posibilidades y comodidades que ofrece uno electrónico. Más allá de los soportes, lo importante es fomentar la lectura en estos tiempos de aguda crisis cultural y económica.

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